Un sueño se hizo realidad cuando poco a poco fuí forjando la idea de irme de Ayuda Humanitaria a Marruecos con una ONG, y así fue. Conocer sus rincones, sus aromas, lo vivído te transforma, te hace diferente, te enriquece y te hace más persona.
Fue con esta ilusión con la que salí y viví toda aquella experiencia. Recibir el fragor de la espuma cuando viajaba hacía Tanger y la inmersión total en la cultura árabe al bajar del barco. Sones de música rifeña y un sol ardiente me recibierón en su puerto y una furgoneta años 60 hacia el pueblecito donde iríamos a trabajar. Al llegar allí, la arena y el mar,....el pan y el té verde con esa hierba buena fresca que me relajo y me lleno de frescura por dentro, un té que como simbolo de hospitalidad y amistad probé mucha veces, en compañia de personas de las que aprendí respeto y agradecimiento en las miradas de quienes pude conocer, miradas de niños llenos de vida, aún en la pobreza, miradas limpias, puras con un toque de una esperanza que aúnque lejana no está perdida.
La amistad, la convivencia los momentos del atardecer, la tierra roja del Rif,....y las sonrisas complices se abrieron paso y volví a llenarme de pequeños tesoros, como un tarde de flautas y música bohemias, como un paseo a través del pueblo,....cómo una vida compartida. Ver los juegos, ver y ver y vivir eso fue lo que quise hacer.
Os mando la vida que me traje de allí y el trozo de alma que allí me deje. Esto es solo un retazo, un pequeño pergamino de recuerdos,....lo mejor es vivirlo allí, y llenarte.
lunes, 23 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)